lunes, 29 de octubre de 2007

En la homilía del acto en honor a los mártires se atacó el matrimonio homosexual y EpC

La jerarquía eclesiástica española ya puede presumir de beatos. La plaza de San Pedro de Roma acogió el acto de megabeatificación de 498 mártires religiosos de la Guerra Civil, que reunió a bastantes menos personas de las que esperaba la Conferencia Episcopal Española (CEE).
Unas 60.000 personas asistieron a la ceremonia, según estimaciones de la oficina de prensa de la Santa Sede, cuando las previsiones de la Iglesia española pasaban por llegar como mínimo a 250.000 fieles. En el acto, había banderas preconstitucionales y carlistas, para gran enfado de no pocos de los familiares, que se quejaron de que algunos habían querido convertir la ceremonia "en un circo".
El presidente de la CEE, Ricardo Blázquez, afirmó el sábado en Roma que la beatificación no iba en contra de nadie, pero ayer la homilía del cardenal portugués José Saraiva Martins incluyó clara alusiones a la política del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
En concreto, a la ley que permite los matrimonios homosexuales y a la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Saraiva llamó a la defensa "de la familia fundada en la unión matrimonial, una e indisoluble entre un hombre y una mujer y al derecho y deber primario de los padres en lo que se refiere a la educación de sus hijos". En primera fila, escuchaba atentamente el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, acompañado del embajador español en la Santa Sede, Francisco Vázquez.
Ni el cardenal Saraiva, que ofició la ceremonia porque el Papa sólo está presente en las canonizaciones, ni el propio Ratzinger en sus palabras en el ángelus, hicieron alusión al resto de víctimas de la Guerra Civil.
La politización de la ceremonia molestó a muchos de los familiares directos de los mártires, que querían vivir la honra a sus muertos en recogimiento y sin polémicas.
Radicales
Roma mezcló dos tipos de público: familiares sin rencor y sin las ideas políticas marcadas por la muerte y radicales, muchos de ellos adolescentes con más ganas de juerga que de misa. Lucia López, de 25 años, y sobrina nieta del único beato nacido en Cuba, José López Piteira, estaba enfadadísima: "Algunos quieren aprovecharse de este momento, son unos oportunistas". "A mí me molesta mucho, no sé qué hacen aquí ni los carlistas ni las banderas con el aguilucho. Es que son adolescentes que ni siquiera son conscientes de los que hacen", explicó bastante molesta en compañía de sus familiares, algunos llegados desde Cuba.
En la familia del beato Ángel Hernández-Ranera de Diego, de Pastrana (Guadalajara), también quisieron dejar claro que "no hay bandos". "No guardamos rencor contra nadie ni queremos que se politice la beatificación", afirmaron.
Ya a primera hora de la mañana estaban presentes las banderas de los radicales y pancartas con lemas como "¡Viva Cristo Rey¡". La organización advirtió por el altavoz antes de que empezase la ceremonia de que las banderas tenían que estar bajadas. Todos hicieron caso, salvo los carlistas y los anticonstitucionales, que prefirieron pasar por Roma dando la nota.

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