miércoles, 24 de agosto de 2016

“PRESA DE TERROBA. DIAGNOSIS DE LA SITUACIÓN Y ALTERNATIVAS AL LLENADO”

A. Diagnóstico de la situación
La presa de Terroba es una presa de materiales sueltos de planta recta con una altura sobre cimientos de 45,60 m, 862.000 m³ de materiales sueltos y un volumen de embalse de 8,14 hm³ aproximadamente. Los diferentes estudios llevados a cabo por el Dr. Antonio Casas, así como los numerosos episodios que se han venido desarrollando en la zona en los últimos años, permiten concluir  que la presa presenta importantes riesgos geológicos, que podrían desembocar en la rotura de la misma en caso de que se produjera su llenado. Estos riesgos geológicos derivan de dos factores fundamentalmente, que se resumen a continuación:
  • Sismicidad: De acuerdo al último mapa de peligrosidad sísmica del año 2012 elaborado por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), la zona donde se sitúa la presa de Terroba presenta una sismicidad a considerar. En este sentido, desde el s. XIX se han detectado en La Rioja Baja diferentes sismos de nivel superior a VI de acuerdo a la escala de Mercalli, como son los terremotos de Arnedillo (1817), Turruncún (1929) y Aguilar (1961). Todos estos terremotos presentaron focos superficiales, lo cual aumenta su peligrosidad. El llenado de embalses en esta zona podría aumentar la probabilidad de que se produzca sismicidad inducida, fenómeno por el cual, la presión del agua acumulada sería capaz de generar movimientos en fallas, que podrían desencadenar en terremotos. Conviene destacar que el proyecto de la presa de Terroba se redactó en base a la norma sismorresistente española de 1974, de acuerdo a la cual, la zona objeto de estudio no presentaba riesgo sísmico alguno. Sin embargo, el mapa de peligrosidad sísmica de 2012 aporta una información muy diferente, como se ha indicado anteriormente. Si bien la presa de Terroba cumplió con la legislación vigente en ese momento, la información de la que se dispone en la actualidad debería ser motivo a tener en cuenta para valorar el riesgo que pudiera desprenderse del   llenado de la presa.   
  • Deslizamientos: La presa de Terroba se encuentra en una zona sensible al desarrollo de deslizamientos de ladera importantes hacia el vaso de la presa. Estos deslizamientos se verían favorecidos por la geometría de las laderas, puesto que presentan estratos inclinados en el mismo sentido que la pendiente y su inclinación es menor que la de la propia pendiente. Estos hechos favorecen el deslizamiento natural de los estratos. Otros hechos que favorecen estos deslizamientos son la alternancia de estratos de diferente dureza (calizas y arcillas) o la fracturación natural que afecta a los materiales duros. La probabilidad de que existan deslizamientos aumenta considerablemente si los estratos se cortan para la construcción de carreteras o la propia presa. En este sentido, en los últimos años se han producido importantes deslizamientos en la margen izquierda de la presa de Terroba que han llegado a provocar cortes de tráfico en la carretera que une Soto de Cameros y Terroba. A partir de dichos deslizamientos se han invertido más de 4 millones de euros en estabilizar la ladera, pero los resultados no han sido satisfactorios, de manera que dichos deslizamientos siguen activos. Cabe destacar que la masa de materiales susceptibles de deslizamiento presenta una capa de despegue a una profundidad importante, de manera que la instalación de bulones no ha sido efectiva para evitarlos. Este tipo de episodios se agravaría considerablemente con el llenado de la presa, debido a que se favorecerían los deslizamientos por la presencia de agua y humedad en los estratos inestables. El volumen de ladera susceptible de deslizarse en la zona de la presa de Terroba oscila entre 5 y 10 Hm3, pudiendo llegar a ser superior al volumen de agua capaz de alojar la presa. Un posible deslizamiento de estas características provocaría el desbordamiento de la presa, la consiguiente infiltración de agua en el cuerpo de la misma y su rotura inmediata, mediante un fenómeno conocido con el nombre de dam overtopping. El 38% de roturas de embalses registradas en el mundo de acuerdo a la bibliografía se deben a fenómenos de este tipo.  
La posible rotura de la presa de Terroba, por cualquiera de los motivos anteriormente expuestos, tendría consecuencias extremadamente graves para las poblaciones localizadas aguas abajo de la misma. Las poblaciones más claramente afectadas serían Soto de Cameros y Murillo de Río Leza, donde el nivel del agua alcanzaría zonas con una importante densidad de población e infraestructuras públicas. 

Aunque la probabilidad de que se produzcan este tipo de fenómenos geológicos no se puede determinar con exactitud, desde un punto de vista científico existe un nivel de riesgo por encima de lo aceptable, y esto justifica la necesidad de abordar un estudio de de alternativas a esta infraestructura.   

B. Evitar el llenado de la Presa de Terroba. 
Una actuación lógica y justificada. Las dos actuaciones previstas en la zona, tanto de llenado de la presa como de   construcción de la variante de la carretera LR‐250 en el tramo del Pk 28+400 al Pk 31+100,   implicarían un incremento del nivel de riesgo de la presa. El llenado de la presa implicaría un nivel de riesgo alto. En el caso de la variante, ésta iría localizada sobre la masa de ladera con mayor riesgo de deslizamiento. Las obras de construcción de la misma favorecerían el deslizamiento de la ladera y generarían problemas de mantenimiento continuos en dicha vía. Asimismo, su necesidad desaparecería sin el llenado de la presa. 

Actualmente se han presupuestado más de 8 millones de euros para la construcción de dicha variante. Con un presupuesto mucho menor podrían ejecutarse diferentes propuestas, a falta de abordar un estudio riguroso de alternativas, que se presentan en apartados posteriores, dirigidas a minimizar el impacto ambiental y social de las obras realizadas, así como a dinamizar la zona afectada.   

Otro factor que refuerza el argumento del no llenado de la presa es el hecho de que los supuestos beneficios derivados de la misma son claramente prescindibles, tal y como se expone a continuación, a partir del análisis de cada uno de los objetivos plasmados en el proyecto de la Presa:

Obtener una disponibilidad de volumen hídrico regulado para caudales ecológicos lo largo de todo el cauce. 
La alteración del régimen de caudales, lejos de garantizar el llamado caudal ecológico, conllevaría impactos naturales de primer orden. Nos encontramos con un río de marcado carácter mediterráneo y la ausencia de caudales superficiales en verano en algunos de sus tramos forma parte de la propia naturaleza del río, confiriéndoles un valor único y al cual se han adaptado las diferentes especies autóctonas a lo largo del proceso evolutivo.   

Consolidación de reservas de agua para abastecimiento a poblaciones, especialmente Murillo de Río Leza y Ribafrecha. 
El volumen de agua almacenado en la presa y destinado a consolidar el abastecimiento de zonas urbanas sería muy bajo (0,438 hm3 /año; menos del 5% del volumen destinado a usos humanos) y estaría muy localizado, en caso de producirse, en la época estival. Por ello, deberían estudiarse otras alternativas que pudieran cubrir las necesidades puntuales, y que no implicaran asumir un riesgo tan claro como el llenado de la presa de Terroba. Laminación de avenidas en el cauce del río Leza La cuestión de las avenidas, lejos de solucionarse, se convertiría en un problema de riesgo evidente, teniendo en cuenta los riesgos geológicos anteriormente citados.  

Disminución de las concentraciones salinas en el río Leza, procedentes de los materiales del Keuper y Mioceno aguas arriba de Ribafrecha y Murillo. 
La existencia de caudales con mayor o menor regularidad no tiene por qué implicar una mayor disolución de las sales. Asimismo, se desconoce la aportación de los acuíferos que provengan del Keuper. En cualquier caso, la salinidad natural existente en un ecosistema no justifica la construcción de infraestructuras para reducir dicha salinidad. Al contrario, las características particulares de cada ecosistema le confieren gran valor desde un punto de vista natural y de conservación.   

Consolidación de riegos existentes. 
El 90,7% del caudal destinado a usos humanos del agua almacenada en la presa de Terroba se derivaría para regadío, mayoritariamente viña, tratándose de un cultivo mediterráneo con requerimientos hídricos menores. Asimismo, la inversión que se debe hacer por hectárea para transformación a nuevos regadíos sería de 3.915 €, de acuerdo al proyecto de la Presa. A esta inversión inicial habría que sumar una cuota anual destinada al mantenimiento de las infraestructuras, que en otros canales de regadío realizados recientemente, como el canal de Navarra construido a partir del embalse de Itoiz, asciende a más de 300 € por año y hectárea. Este tipo de inversiones resultan dudosamente rentables para el agricultor, teniendo en cuenta que el aumento de producción no es tan elevado y no existe una relación directa positiva entre inversión y rendimiento del cultivo. Finalmente, un aumento en el riego podría conducir a problemas de salinidad del suelo, teniendo en cuenta la elevada salinidad existente de forma natural, que se agravaría con el uso excesivo de agua de riego. Por todo ello, un modelo agrícola sostenible sería el que se adaptara a las condiciones existentes, tanto por cuestiones económicas como ecológicas y sociales. 

Creación de un foco de atracción turístico‐recreativa en el embalse. 
Los embalses raramente se convierten en focos de atracción turística. Asimismo, debemos considerar la existencia del embalse del Rasillo en la cuenca del Iregua, el cual cubre la oferta en La Rioja de este tipo de actividades recreativas, con un volumen de agua muy superior. Consideramos que el valle del Leza y la Comarca del Camero Viejo cuentan con suficientes atractivos naturales para explotarse de forma sostenible y aumentar el turismo en la zona, si bien se necesitaría un impulso decidido para favorecerlo por parte de las administraciones públicas.

Paliar los claros déficits hídricos del balance del sistema Leza e intercuencas. 
Consideramos que las cuencas hidrográficas no son deficitarias en sí mismas, sino que los usos de dicho recurso no se encuentran adaptados a las condiciones de la cuenca, tal y como se ha comentado en puntos anteriores.

C. Alternativas al llenado. 
Como hemos comentado con anterioridad, el presupuesto destinado a la construcción de la variante de la carretera LR‐250 en el tramo que quedaría inundado por el llenado de la presa, sería suficiente para llevar a cabo alguna de las alternativas que proponemos. En cualquier caso, estas propuestas deben considerarse como alternativas a estudiar, de manera que antes de la ejecución de cualquiera de ellas sería necesario un estudio detallado de viabilidad. 

Cuerpo de la Presa 
Uno de los principales aspectos a considerar sería qué hacer con la presa construida. Hay que tener en cuenta algunos aspectos técnicos de la misma e hidrológicos de la zona. El caudal con un periodo de retorno de 500 años es de 702 m3 /s, en base al cual se ha diseñado un aliviadero para 741 m3 /s. Sin embargo, el caudal máximo saliente por los desagües de fondo tiene valores en torno a 45 m3 /s. Teniendo en cuenta estos datos y la existencia de un volumen muerto de 1 hm3 , ante una avenida extraordinaria de 700 m3 /s, la presa se llenaría en 3 horas. En esas condiciones y ante el abandono de la presa (con la consiguiente degradación de la capa asfáltica que la cubre en la parte del vaso y que ya es apreciable en la actualidad), se podría producir un proceso de filtrado de agua en el cuerpo de la presa (conocido como piping) que provocaría el colapso de la misma. Teniendo en cuenta esta situación, no sería lógico el mantenimiento de la presa con sus características actuales, existiendo, al menos, dos alternativas posibles. Por un lado el aumento de los canales desagüe, que permitieran la salida de un mayor caudal de agua, evitando el llenado de la presa. Sin embargo, los trabajos de este tipo en presas de materiales sueltos entrañan una gran dificultad técnica, que disparan sus costes y complican una correcta ejecución. Asimismo, esta intervención no eliminaría por completo los riesgos asociados a la presa. Otra opción a estudiar sería la destrucción de la presa y utilización de los materiales en la propia zona para estabilizar laderas o incluso promover actuaciones que aumenten la
diversidad del cauce. En cualquier caso, resulta imprescindible un estudio previo y detallado de las diferentes opciones o cualquier otra que se pueda barajar. 

Restauración integral de la zona y proyectos de desarrollo rural 
El vaso del embalse que quedaría cubierto de agua se encuentra totalmente transformado en la actualidad, habiéndose eliminado la vegetación y dragado el fondo parcialmente. Por lo tanto, en esta zona debiera llevarse a cabo un proyecto de restauración integral, primando los valores ecológicos y sociales de la zona de ribera.   Los pueblos del Camero Viejo, especialmente Terroba, han sufrido durante muchos años los efectos negativos de las obras del embalse tanto desde un punto de vista ecológico, con la transformación total del ecosistema, como social, por la expropiación de terrenos agrícolas fértiles o el impacto visual de la zona. Todos estos factores deberían ser totalmente restituidos y mejorados respecto a la situación previa al desarrollo de las obras. Asimismo, consideramos necesaria la compensación de estos claros perjuicios a la zona mediante la puesta en marcha de proyectos que promuevan el desarrollo rural y mejora de la calidad de vida de los vecinos. Cualquier proceso de restauración fluvial y dinamización de la zona debería primar procesos participativos, que involucren a todos los vecinos y colectivos del entorno. No podemos olvidar que se trata de una zona deprimida desde un punto de vista poblacional y económico, que necesita una importante inversión para favorecer las actividades económicas existentes, fundamentalmente ganadería, y nuevos sectores económicos en desarrollo, como el turismo rural y activo.    

D. Conclusiones generales 
Del conjunto de la información que se ha expuesto anteriormente emergen las siguientes conclusiones para intentar resolver el problema actual de la presa de Terroba: 
  • Incorporar una amplia información y plena transparencia, así como estrategias de educación y sensibilización hacia los vecinos de los territorios afectados.
  • Evitar el llenado de la presa en base a las evidencias científicas que demuestran la peligrosidad de la misma. 
  • Paralizar de inmediato los proyectos de nuevas infraestructuras que implicaría el llenado de la presa, como la variante de la carretera LR‐250.
Fuente: 
Presa de Terroba. Diagnosis de la situación y alternativas al llenado. Fundación Nueva Cultura del Agua. 


lunes, 22 de febrero de 2016

Las presas de Enciso y Terroba

Dos fracasos, dos desastres, dos riesgos.
Toño Casas, Pilar Muniesa, Andrés Pocoví, Óscar Pueyo y Carlos Revuelto [1]Revista El Ecologista nº 87.
Los embalses de Enciso (en el río Cidacos) y Terroba (río Leza) son ejemplos muy interesantes de lo que puede aportar la geología a las cuestiones ambientales y de cómo se podrían evitar los riesgos (y los gastos asociados a los mismos) con un poco de planificación y de sentido común. Además, desde el ámbito de la ingeniería civil se debería reconocer que hay procesos en los que es peor intervenir mediante obras públicas o privadas que dejarlos a su dinámica natural, y que hay proyectos que no se pueden, y por tanto no se deberían, llevar a cabo.
Los 7 afluentes riojanos del Ebro (de oeste a este Oja, Najerilla, Iregua, Leza, Jubera, Cidacos y Alhama) son relativamente cortos en relación con otros afluentes de la margen derecha (y por supuesto, izquierda, la más caudalosa) del Ebro, cuentan con escaso caudal y tienen un régimen mediterráneo, y en ocasiones torrencial. Debido probablemente a estos factores (y a la escasa población en sus zonas de cabecera, todo hay que decirlo), han mantenido un estado relativamente saludable y han sido poco apetecibles como almacenes de agua para otros usos, al contrario de lo que ocurre en general en todos los afluentes de la margen izquierda del Ebro.
Por ello, no habían sufrido hasta hace unos años, con la excepción del Embalse de Mansilla y obras realizadas para el “encauzamiento de avenidas” por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), modificaciones importantes de su dinámica y su estado de conservación era bastante razonable. Sin embargo, en la última década se han sucedido proyectos y realizaciones de obras hidráulicas sobredimensionadas e inútiles, con un fuerte impacto sobre el medio natural: nos referimos a los embalses de Enciso, Terroba y Castroviejo.
Sin una finalidad clara ni futura rentabilidad en cuanto a las hectáreas de riego proyectadas (recordemos que el 90% del agua contenida en los embalses se destina a esta finalidad, frente al restante para usos industriales y agua de boca), los embalses en el Cidacos, Leza y Yalde están o bien sobredimensionados, o bien localizados en áreas en las cuales su posible impacto beneficioso (regulación de avenidas) será prácticamente nulo. A esto se añaden las graves complicaciones técnicas y los riesgos asociados a su construcción y explotación, normalmente relacionados con grandes deslizamientos de ladera, que detallaremos para los casos de Terroba y Enciso, objetivos de este artículo.
El embalse de Enciso: un callejón sin salida
Fenómenos geológicos como la sismicidad y los grandes deslizamientos no son extraños en el valle del Cidacos y en la Rioja Baja. Tres grandes terremotos con intensidades entre VII y VIII en los últimos 200 años atestiguan una actividad importante, aunque discontinua en el tiempo, del denominado cabalgamiento de Cameros, límite topográfico entre la Sierra y la Cuenca del Ebro. En cuanto a los movimientos de ladera, algunas estructuras espectaculares en la cuenca alta del Cidacos, y que afectan a grandes volúmenes de roca, son indicadores de un relieve relativamente joven que está en constante evolución y con el que hay que contar en caso de proyectar grandes obras públicas.
En este contexto, resulta cuando menos sorprendente que los estudios previos encargados por la CHE no alertaran de los peligros a que se enfrenta la construcción de una presa de casi 100 m de altura en el alto Cidacos: la posible sismicidad inducida por el llenado del embalse y la generación de deslizamientos en el vaso, consecuencia del efecto de la presión del agua, que pondrían en peligro la estabilidad de la presa y serán por tanto susceptibles de producir inundaciones catastróficas en las poblaciones situadas aguas abajo de la misma.
El embalse de Enciso, localizado en el río Cidacos tiene una capacidad prevista de almacenamiento de agua de 47 hectómetros cúbicos, sobre los 58 hm3 de aportación anual media del río. Esto significa que la capacidad de regulación supera dicha aportación anual, algo difícilmente justificable en términos de eficiencia y de relación coste/beneficio. La altura de la presa es de 94,5 m sobre el cauce del río, y de 104 m sobre cimientos. La tipología de la presa es de gravedad, construida con hormigón.
También hay que reseñar que la historia de la construcción de la presa (como suele ser habitual en los trabajos proyectados por la CHE) ha estado plagado de irregularidades, imprevistos y proyectos modificados, que han llevado por ejemplo, a que la cantera para la extracción de caliza destinada a la construcción esté situada a 17 km del emplazamiento de la presa, y haya habido que construir una nueva carretera para acceder a la misma, salvando los más de 300 m de desnivel entre ambos puntos.
Los problemas más graves del embalse de Enciso desde el punto de vista geológico son la presencia de varios deslizamientos importantes dentro de la zona del vaso, algunos de ellos activos desde el momento en que se construyó la nueva carretera que une las poblaciones de Enciso (aguas abajo de la presa) y Yanguas (situado aguas arriba de la cola del embalse). El más importante de estos deslizamientos, situado en la cola del embalse, ha impedido la continuación de dicha carretera y amenaza con crear, en caso de acelerarse el movimiento, un embalse natural en la cola del pantano. Las consecuencias de la formación de este tipo de embalse es que su rotura (normalmente a las pocas horas de su generación) crea una onda que puede poner en compromiso la estabilidad de la presa, dando lugar a su rotura.
En relación con las inundaciones catastróficas producidas por rotura de presas, un factor a tener en cuenta es la falsa sensación de seguridad que producen los embalses, por contribuir a laminar avenidas (que en el caso del Cidacos y el Leza no han producido en las últimas décadas ninguna víctima mortal). Pero en cambio, crean una situación de riesgo de orden muy superior a la creada por las avenidas naturales del río.
Teniendo en cuenta que el movimiento de los deslizamientos es favorecido por los movimientos sísmicos y por la presión de agua, y que el llenado del embalse contribuirá a aumentar ambos factores, la situación de riesgo creada por el embalse de Enciso es más que preocupante. El riesgo de inundación por rotura de presa es muy alto en las localidades de Enciso (donde la mitad del pueblo aproximadamente quedaría anegada en cuestión de minutos) y Arnedillo, debido a las características del cauce y los estrechamientos que presenta a lo largo de su recorrido.
El embalse de Terroba: ¿un Vaiont en el Leza?
Podríamos definir el embalse de Terroba como una pequeña pieza de regulación con grandes complicaciones técnicas. La presa de Terroba es una presa de materiales sueltos, de 37 m de altura sobre el cauce, y capaz de embalsar algo más de 8 hm3. Está situada en el curso del Leza, entre Soto de Cameros y la propia localidad de Terroba. Los materiales sobre los que están emplazados el vaso y la presa pertenecen a la Cuenca de Cameros (de edad Cretácica, pero levantada a su posición actual durante el Terciario), y están constituidos por alternancias de areniscas, arcillas y calizas del denominado grupo de Enciso.
Al igual que ocurre en otros embalses de Cameros, como el caso de la presa de Enciso, el valle del Leza es también propenso a generación de movimientos de ladera, como lo muestra el caso espectacular de una zona situada aguas abajo de la presa de Terroba. La presencia de estos deslizamientos previos a la realización del proyecto y por supuesto, de las obras, es de nuevo un buen indicador de la poca atención que se presta a los indicios geológicos y de que los estudios geológicos previos se consideran como un mero trámite una vez que se ha decidido la ubicación de la obra y no como un auténtico informe vinculante sobre el cual decidir las alternativas existentes a la regulación.
Los estratos en todo el curso medio del Leza aguas arriba de Soto de Cameros presentan inclinación hacia el este, lo cual supone una inestabilidad intrínseca del conjunto de la ladera situada sobre el lateral izquierdo del vaso y con una orientación general Norte-Sur. Las alternancias de diferentes tipos de materiales (calizas y arcillas) también favorecen la presencia de inestabilidades a favor de las superficies de estratificación. Finalmente, la fracturación natural que afecta a los materiales duros y que los corta en bloques, con grietas que se rellenan de agua durante las lluvias, favorece también la existencia de deslizamientos. La situación a este respecto de toda la carretera del Leza desde Ribafrecha hacia el sur debido a las lluvias de la primavera de 2014 (y a la utilización indiscriminada de explosivos durante la realización de las obras de la carretera, que contribuyó a abrir fracturas en la roca que anteriormente estaban selladas) es ilustrativa de este tipo de movimientos.
Debido a todos estos factores, cualquier elemento de perturbación en las laderas es capaz de ocasionar deslizamientos, que pueden abarcar desde pequeñas dimensiones, a prácticamente todo el conjunto de la ladera, que consta de dos grandes masas deslizables, que superan con creces la propia capacidad del embalse. Esta situación es análoga (aunque a menor escala) a la que se produjo en la catástrofe del embalse de Vaiont, en el norte de Italia, en 1963.
El movimiento parcial de estas masas se produjo ya durante la fase de construcción del pantano ocasionando problemas en la carretera que circunda el embalse. El llenado del embalse puede agravar la situación de estabilidad, por los mismos factores comentados en el caso de la presa de Enciso, desencadenando el deslizamiento de las dos masas. El hecho de que la presa de Terroba sea de materiales sueltos agrava aún más la situación, ya que en caso de sobrepasar el límite máximo de embalse, la presa se erosionaría de forma catastrófica (fenómeno conocido como overtopping), dando lugar a una inundación aguas abajo. El cañón del Leza, situado aguas abajo de Soto, supondría una barrera hidrodinámica que haría aún más irregular la inundación provocada por el deslizamiento, por lo cual sus consecuencias en la cuenca baja del Leza (donde pueblos como Murillo de río Leza están a poca altura sobre el cauce) o incluso en el Ebro, son difíciles de prever.
Confederación Hidrográfica del Ebro: la chapuza por sistema
Los riesgos asociados a los embalses de Enciso y Terroba no son hechos aislados. Desde hace algo más de 15 años estamos asistiendo a una borrachera presística por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro, y en especial de su Dirección Técnica, que afecta de forma desmesurada al gasto público y está sometiendo a un riesgo inadmisible a miles de personas. El recrecimiento del embalse de Yesa, en el río Aragón, Itoiz en el Irati, Biscarrués en el Gállego, Montearagón en el Flumen, o La Loteta en el centro de la cuenca del Ebro, son otros casos de obras inútiles, costosas y peligrosas, además de que nunca servirán para los fines para los fueron proyectadas, a pesar de su carácter “emblemático e histórico” otorgado por algunos políticos.
Esta avalancha de obras francamente peligrosas solo puede explicarse por una connivencia entre empresas constructoras, políticos y los propios técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro, cuya prepotencia, incompetencia e irresponsabilidad les hacen cómplices de una situación que puede devenir en catástrofes, muchas de ellas anunciadas. La ausencia de mecanismos de control y de estudios independientes, y la supeditación de las empresas consultoras de geología y geotecnia a decisiones arbitrarias sobre la adjudicación de los informes hace de la cuenca del Ebro, y en este caso de los ríos riojanos, un campo abonado para el fraude, la especulación, y finalmente, en caso de los embalses descritos, para catástrofes de dimensiones desconocidas hasta ahora.

domingo, 21 de febrero de 2016

Jornada de reflexión "Presa de Terroba: Presente y ¿futuro?"

Fecha: 5 de marzo de 2016
Lugar: Terroba (La Rioja) 

La Fundación Nueva Cultura del Agua organiza junto al Ayuntamiento de Terroba el próximo 5 de marzo, la Jornada de reflexión "Presa de Terroba: Presente y ¿futuro?". 

La jornada comenzará a las 10 horas y se celebrará en el Ayuntamiento de Terroba. 

 En la jornada tendrá lugar una conferencia central a cargo del profesor de la Universidad de Zaragoza y miembro de la FNCA, Antonio Casas, y una visita de campo a la zona afectada