lunes, 29 de octubre de 2007

El nuevo ejército de reserva

Marx definía el «ejército industrial de reserva», como el colectivo de trabajadores sin empleo, a merced de la beneficencia o que trabajaba sólo de vez en cuando, y que era indispensable para el capitalismo para vencer la resistencia de los obreros ocupados y mantener bajos los salarios.
El nuevo 'ejército de reserva' ya no está formado exclusivamente por los trabajadores en paro, sino por toda una serie de colectivos que conforman los trabajadores precarios: temporales, subempleados, irregulares, becarios, en prácticas, a tiempo parcial, etc.
Esta situación está provocando una evidente segmentación del mercado de trabajo entre trabajadores más o menos estables y protegidos y un número creciente de trabajadores eventuales sin derechos consolidados y que trabajan con el miedo permanente a la pérdida del puesto de trabajo. Esta realidad se manifiesta con distintas intensidades en diferentes ámbitos, ya sean sectoriales o territoriales, pero es ya una consecuencia a escala mundial de la globalización neoliberal, que atenta contra de los derechos e intereses de los trabajadores.
Así, en La Rioja seguimos padeciendo tasas de temporalidad que no bajan nunca del 20%, la inmensa mayoría de los contratos iniciales (en torno al 90%) son temporales, nuestros salarios son el 10% más bajos que la media estatal, la economía sumergida está generalizada y no se controla, los accidentes de trabajo no se reducen drásticamente, y vemos cómo las empresas, grandes o pequeñas, multinacionales o locales, cierran, deslocalizan producción y reducen personal sin apenas trabas ni compensaciones por las ayudas públicas recibidas.
En el conjunto del Estado, la última reforma laboral apenas ha servido para reducir tímidamente la eventualidad, y se continúa con un modelo económico y productivo regresivo basado en los bajos costes laborales y en un insuficiente gasto público social, que está dejando nuestros puestos de trabajo en manos de un mercado globalizado, amenazante desde las zonas industrializadas por poseer mayor tecnología y desde los países infra-desarrollados por ofrecer, aún, menores costes laborales.
La Unión Europea, cuyos gobiernos se niegan a reconocer el fracaso social de la non nata constitución por su marcado carácter neoliberal, se empeña en aplicar más flexibilidad (que se pliega con facilidad a la voluntad de otros, según la Academia de la Lengua) a las relaciones laborales europeas, o lo que es lo mismo, más facilidad de despido para la empresa y menos seguridad para los trabajadores.
En términos mundiales, el modelo capitalista continúa su desenfrenada carrera en la búsqueda de mayores beneficios, a costa del deterioro de los salarios y del trabajo de millones de personas, a costa de un daño inmenso e irreparable en el medio ambiente, y a costa de multiplicar terribles conflictos provocados por actitudes imperialistas, que siguen generando muertes a diario en Irak, Afganistán, Palestina o Sudán.
Desde CC.OO. llevamos reclamando desde hace mucho tiempo un cambio profundo del modelo productivo para apostar por el empleo estable y de calidad, por la inversión en investigación, por un desarrollo sostenible con el medio ambiente, por mejorar la protección social y por un reparto más justo de la renta.
Este cambio no se está llevando a cabo, y ahora empiezan a sonar las alarmas de una posible desaceleración económica. Consideramos que no puede ser, una vez más el 'ejército de reserva', los trabajadores más precarios y desprotegidos, los colectivos como los jóvenes, las mujeres o los inmigrantes, quienes paguen las consecuencias de las contradicciones del sistema, y sabemos que el mercado no es capaz de garantizar un reparto equilibrado de cargas y rentas.
Es imprescindible, por tanto, una actuación decidida desde las administraciones públicas huyendo de electoralistas rebajas de impuestos que siempre benefician a quienes más tienen, interviniendo con decisión en los mercados para asegurar una creación de empleo de calidad vigorosa que no esté basada en la precariedad, creando una protección social suficiente para quienes están excluidos del mercado de trabajo, que estamos lejos de disfrutar a pesar de las últimas medidas anunciadas por el Gobierno, implementando un sistema formativo público, de calidad y eficaz o permitiendo un acceso a una vivienda digna sin hipotecarnos el resto de nuestra vida.


Carlos Ollero Vallés - Secretario General de CC.OO. de La Rioja

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