jueves, 9 de agosto de 2007

Historia de Soto en Cameros

Que hace muchos años anduvieron por aquí los dinosaurios está claro. Pero, aunque sí muchas huellas, no nos dejaron nada escrito. La primera mención histórica de esta localidad serrana parece ser hacia el año 1037, en un documento de venta de una casa. Posteriormente, en el año 1066, vuelve a aparecer citado en el testamento de la reina Doña Estefanía, que legó la población, junto a otras cercanas como Leza y Ciellas, a su hijo Don Ramiro.
Desde 1366, y por donación de Enrique II, ejercieron su autoridad los Condes de Aguilar, que la cedieron en el siglo XVIII a los Marqueses de valverde hasta la abolición de los señoríos.
Como muchas poblaciones de Cameros, a mediados del siglo XVIII, Soto tenía fundamentada su economía en la ganadería al abrigo de la Mesta y la industria textil, llegando a contar con más de 1000 habitantes a finales del siglo XIX. Como en muchos otros pueblos serranos, también Soto envió allende los mares a muchas de sus gentes en busca de fortuna. Muchos la consiguieron y algunos, como
Don Juan Esteban de Elías, (que hizo construir un hermoso edificio para escuelas a sus expensas) devolvieron parte de esa fortuna al pueblo que los vio nacer.
Que a principios del siglo XIX hubiera en Soto 7 fábricas de hilar lana, 12 ó 13 batanes y tintes y 3 molinos harineros (5 se han conocido en la primera mitad del s XX), nos habla de la importancia que tuvo esta población. No es extraño que, a principios de este siglo tuviese aún 1000 habitantes 615 vecinos en 1845, 322 en 1885). Con la desaparición de los establecimientos textiles de esta zona, sólo quedó la industria confitera (con cuatro fábricas del rico Mazapán de Soto en sus buenos tiempos, de las cuales sólo una permanece aún en el pueblo). Ello llevó a que la población fuese disminuyendo rápidamente durante este siglo, quedando reducida, de hecho, a poco más de un centenar de personas.
Tras la última gran oleada migratoria de los años 60 y los años siguientes, Soto quiere recuperar el tiempo perdido y renueva sus casas, repara sus calles principales, intenta rejuvenecer.



Y este es el lugar de citar, como en los "apuntes históricos" de principios de siglo, a la "verdadera pléyade de hombres ilustres que aquí nacieron y bautizados fueron en su ilustre pila bautismal". Algunos de ellos siguen dando nombre a calles o paseos de la localidad.

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