viernes, 24 de febrero de 2012

#EnZarzuelanadie sabia de “los chanchullos” de Urdangarin???

Desde el Área de Juventud de Izquierda Unida no entendemos como podemos convivir con una Institución como la Casa Real que carece de control democrático y transparencia económica. Así mismo, exigimos que desde el Congreso de los diputados se investigue la relación que tiene la Casa Real con los presuntos negocios ilícitos de Iñaki Urdangarin por los que tendrá que testificar mañana día 25 de febrero.

Estamos inmersos en un periodo de crisis económica como consecuencia de las políticas neoliberales del PSOE y del PP, y de la aplicación de medidas que están afectando con mayor dureza a la mayoría social y en especial a los grupos sociales más vulnerables, entre los cuales se incluye la juventud. Mientras tanto, la corrupción del mundo empresarial y financiero, generadores y culpables de la crisis va destapándose cada día, afectando ya incluso a la Casa Real.

Presuntamente, los Duques de Palma, Iñaki Urdangarín y Cristina de Borbón se han enriquecido ilícitamente a través de las entidades Noos y Aizon, aprovechando su posición privilegiada y sus contactos como miembros de la Casa Real. Además, queda presuntamente la sospecha de que el Jefe del Estado, Juan Carlos de Borbón, conoció y encubrió estos hechos con anterioridad, anteponiendo los intereses delictivos de miembros de la Corona al acatamiento de la ley.

Desde el área de Juventud de IU creemos que es intolerable que en una situación económica como en la que nos encontramos siga habiendo tanta opacidad con las cuentas y negocios de la Casa Real. No entendemos como es posible que la máxima Institución del Estado no rinda cuentas a los poderes políticos, escape al control presupuestario de las cortes y además no se conozca el patrimonio y las cuentas personales de Juan Carlos de Borbón.

Según la estimación de periódicos como Público, el presupuesto que gasta la Casa Real a través de partidas de diferentes Ministerios ascendería a un mínimo de 59 millones al año. Además, según otros medios de comunicación como la publicación hace años de la revista británica EuroBusiness, El Rey posee en sus cuentas privadas un patrimonio estimado de 1790 millones si se tiene en cuenta los bienes del Estado de los que disfruta.Estas cifras son totalmente desorbitadas para cualquier ciudadano o ciudadana y más cuando desde los poderes políticos no están exigiendo recortes y austeridad, para según ellos, poder salir de la Crisis.

Además, nos preguntamos qué intereses defiende o ha defendido la Casa Real con sus visitas al exterior de las que apenas informa y qué recibe a cambio de facilitar a las multinacionales españolas firmas de contratos millonarios en el Extranjero. En nuestra opinión, La Casa Real no juega un papel imparcial dentro de esta sociedad desigual, es evidente que se preocupa más por los intereses de unos frente a otros, porque no hemos visto ningún pronunciamiento de nuestro monarca ante los desahucios que están sufriendo decenas de familias cada día, no hemos visto a ningún miembro de la Casa Real protestando por los más de 5 millones de parados y paradas o por el desigual reparto de las consecuencias de la Crisis, lo que significa que en la práctica nuestro Rey trabaja más por los de arriba que por los de abajo.

Desde nuestro punto de vista, esta situación, es consecuencia de la articulación estructural del Estado en una “Monarquía Parlamentaria” que carece de transparencia política y económica. Estructural porque ya en la Constitución (que recordamos no hemos tenido oportunidad de votar los y las menores de 50 años) consagra que “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”, permitiendo que el Rey, Jefe del Estado goze de un privilegio que le permite evadir cualquier control político, y que es caldo de cultivo para comportamientos corruptos y lucrativos, como en la que presuntamente está implicado su yerno.

Pero esta situación no sólo se puede cambiar, sino que es necesario cambiar para regenerar las Instituciones hacia un Estado verdaderamente democrático a través de un proceso constituyente que camine hacia la III República.

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