jueves, 21 de junio de 2007

"El Vallejazo"


Pura coherencia y congruente declaración de principios la del secretario general de los populares riojanos, Carlos Cuevas, en su pertinaz afán de justificar la borrasca que se ciñe sobre Lardero. Si su habitual incontinencia suele dejar perlas que habría firmado hasta mi estimado Luis Fernández, el doberman más doberman que en el PP riojano ha habido, lo de C.C. sobre Lardero es un ejercicio de cinismo político en su máximo esplendor.
«Cada concejal, no los partidos, son dueños de sus credenciales y actúan libremente», se marcó sin ruborizarse C.C. para justificar el 'vallejazo' que llevó el sábado a Elguea a la Alcaldía larderana. (Llámase 'vallejazo' al requiebro que la única edil electa por el PR, Amelia Vallejo, le pegó a sus anfitriones de candidatura para birlarles su voto y dejarlos con el culete al aire). Coincido letra a letra con la afirmación de C.C. al respecto de la propiedad de las credenciales, los escaños o llámele hache de los representantes políticos. Incluido el de Amelia Vallejo, abogada en ejercicio y experta en urbanismo. Coincido y aplaudo el aserto, pero él no, no lo aplaude porque no se lo cree, y como no se lo cree, no lo practica. Más aún. El estatuto del PP aprobado por su XV Congreso guarda, sin buscar mucho, ejemplos que contradicen el 'contundente' argumento de C.C. Así, es considerada falta muy grave, muy-grave «la desobediencia a las instrucciones o directrices que emanen de los órganos de gobierno y representación del partido, así como de los grupos institucionales del mismo» (art. 11.1.c.). También cometen pecado de mayor gravedad, dice el estatuto popular, «quienes perteneciendo a un grupo institucional del Partido, utilicen o se valgan de tránsfugas de otros partidos para constituir, mantener o cambiar mayorías de gobierno en las instituciones públicas» (art. 11.2.a). Aunque esto, claro, iría por lo de Enciso. A ver si me lo explica C.C.

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